El lunes 19 de marzo sobre las 09:45 de la mañana rodaban ya las ruedas del coche sobre suelo británico. Por fin podía comenzar mi viaje de investigación. A la trabajadora de la aduana no le interesó para nada el coche cargado hasta los topes y mucho menos que hubiese salido de Holanda con un DNI español y fuera ahora a entrar en Gran Bretaña con un pasaporte británico. Pero, en fin, da lo mismo. El conducir por el lado izquierdo se convirtió rápidamente en costumbre y sólo en ciertas situaciones como por ejemplo en cruces y al entrar a la autopista se nota la posición incorrecta del conductor en la cabina. Después de 5 horas de coche en el continente y toda la noche en el ferry cruzando el mar del norte, ya sólo me quedaba un poquito más de una hora hasta llegar a mi destino: la villa de Wooler en el condado de Northumberland.
De camino todavía están presentes los restos de la nieve que cayó con fuerza en las últimas semanas pero que ya está – menos en las montañas más altas – casi fundida por completo. Conozco bien esta carretera ya que mis abuelos pasaron su jubilación viviendo en un pequeño caserío a las afueras de Wooler. Yo vuelvo por primera vez – hmmm, déjame pensar – en aproximadamente cinco años. Pero esta vez vengo en busca de una perspectiva totalmente diferente. El destino que he introducido en el navegador GPS es el centro comunitario de Wooler „The Cheviot Centre“ en el cual tiene su sede la organización con la que trabajaré en mi estudio de la “resiliencia de las comunidades rurales”: „The Glendale Gateway Trust“.
Wooler es una villa histórica (Historical Market Town) con aprox. 1.900 habitantes en el condado más al norte de Inglaterra: Northumberland. Yo consideraría a Wooler como un pueblo de tamaño grande. Se encuentra en el límite del parque nacional de Northumberland y a los pies de los “Cheviot Hills” (altura máx. 815 m) a la cabecera del valle de Glendale. Glendale abarca una gran parte del norte de Northumberland (642 km²) y representa una antigua demarcación comarcal hoy en desuso (“Distrito rural de Glendale”, existente hasta 1974). A ella pertenecen en total 22 localidades y en ella viven en torno a 6.000 personas (las estadísticas de población no están del todo actualizadas).
Es por ello que Wooler y Glendale constituyen una de las zonas más periféricas y despobladas (por debajo de 10 habitantes/km²) de Inglaterra.
Por último, su acentuado carácter rural viene caracterizado por la importancia de la ganadería (¡cuántas ovejas hay por estos lares!) y la agricultura para la economía regional. El paisaje de los alrededores y el emplazamiento de Wooler en el valle es realmente muy bonito.
Pero volviendo a mi llegada. Justo detrás de la puerta principal del nombrado centro comunitario esperaba mi casera para recibirme. Ella es la recepcionista del centro y secretaria del trust. El gerente y una directora de proyectos me invitaron sobre la marcha a tomar algo calentito (hacía 5 ºC) a un café de la “Wooler High Street” (Calle principal del pueblo). Después de un primer intercambio de impresiones volvimos a la oficina y yo tuve oportunidad de descargar mis cosas y hacerme un hueco confortable. El centro comunitario está muy animado y es usado muy a menudo por grupos y asociaciones locales (por ejemplo, personas de la tercera edad pueden acceder a todo tipo de actividades, hay cursos en distintos temas, algunas empresas alquilan las salas de reuniones para meetings de equipo, autónomos y pequeñas empresas tienen alquiladas oficinas en parte del edificio, además de un largo, largo etcétera).
En sólo cinco días laborales he tenido muchos encuentros interesantes. Ya fuera en reuniones con organizaciones colaboradoras, durante los cursos de formación en el Cheviot Centre o por las visitas espontáneas de socios y miembros de la comunidad en la oficina, tengo la sensación de que la gente me reciba con gran franqueza y mucho interés por mi trabajo y mi persona. Los temas en los que he podido trabajar son muy variados, aquí algunos ejemplos: la estructura y el desarrollo histórico del trust, curso de formación para desempleados, el futuro de la escuela primaria de Wooler, el pronto vigente reglamento general europeo sobre la protección de datos y sus consecuencias para organizaciones pequeñas, el proyecto de colaboración con la villa hermanada de Broughshane en Irlanda del Norte, la fundación de un grupo de trabajo regional sobre salud mental o las variadas actividades en el centro comunitario.
Me encanta que la gente con la que hasta ahora me he encontrado sea tan abierta y atenta, independientemente de su edad. Por otra parte me llama la atención su humor. Ya sea humor británico o no, habitualmente la gente tiene un momento para hacer una broma o un chiste así como para denunciar las “absurdidades del día a día”. En este contexto hacen habitualmente referencia al Brexit. Aquí nadie parece entenderlo por completo, a pesar de que en Northumberland se votó mayoritariamente por la salida de la UE. De todos modos, amén del Brexit, he experimentado una acogida muy positiva tanto en el equipo del trust como en mi nuevo hogar, con mi casera y su gato.
Para coronar mi primera semana en Wooler el sol ha brillado todo el fin de semana y pude explorar los alrededores con la bici de montaña y con el coche.
Las fotos hablan por si solas. Northumberland es un destino muy apreciado por fotógrafos de paisaje y naturaleza. Asi que, sí. Poco a poco voy notando lo que en inglés llaman “sense of place” (sentido del lugar). En las próximas semanas podré experimentar con más exactitud, si Wooler es “uno de esos lugares especiales” en el mundo rural. ¿Quizá un pueblo o una villa resiliente?
Para un próximo post he podido acumular algunas ideas muy interesantes, como por ejemplo escribir sobre los llamados “community land trusts”. Son organizaciones enraizadas en la comunidad y que tienen como objetivo su desarrollo sostenible por medio, en muchos casos de la adquisición y gestión tanto de bienes inmuebles como de terrenos y parcelas. Su desarrollo, estructura y como contribuyen a un desarrollo rural más justo y sostenible será contenido de un próximo artículo. ¿Quizá un elemento resiliente de pueblos o comunidades con especial capacidad de adaptación? ¡Permaneced conectados al blog!
Magnífico relato, muy ameno y prometedor.
Hola Jose Vicente! Muchas gracias, ahora mismo cuelgo uno nuevo!