En el artículo anterior hablamos sobre “la vuelta al medio rural”, sobre venirse o volver al pueblo. Desentrañamos las distintas motivaciones y retos para volver, así como el factor de éxito que representa el ir en búsqueda de una reconexión con lo humano y lo natural que el medio rural puede ofrecer. Alineado con esta idea existe también un modelo específico de turismo que encaja perfectamente con el campo y la naturaleza: el ecoturismo o turismo ecológico.
Durante el 5 y el 6 de octubre tuve la oportunidad de asistir a un encuentro de emprendedores rurales de esta rama turística en la Escuela de Actividades en la Naturaleza del Maestrazgo (EANA), organizado en el marco del proyecto “Laponias Conectadas” y organizado por un amplio consorcio entre los que destacan la ONG Cives Mundi y la Asociación para el Desarrollo del Maestrazgo (ADEMA). Aquí podéis ver el programa concreto de ponencias y talleres. En las siguientes líneas me gustaría resumir algunas ideas y propuestas que me llevé de dicho encuentro.
Independientemente de los ejemplos concretos – geoparques, centros de observación de avifauna, iniciativas de conservación innovadoras – , pudimos observar que …
- La capacidad asociativa en el marco de una destinación turística (y también ecoturística) es un factor de éxito. Si a mi vecino (empresario/a) le va bien, a mí me puede ir igual de bien o incluso mejor. Es la mentalidad del “Win-win” … y es especialmente aplicable al sector turístico.
- La gestión de espacios naturales y los modelos de negocio para su explotación turística son exitosos cuando estos están respaldados por un modelo publico-privado equilibrado (nadie manda más que el resto). La administración crea condiciones y da facilidades a la iniciativa privada para realizar todo lo operativo. Ambos han de formar parte de los órganos de toma de decisiones relativos a la destinación o al territorio sin prevalecer sobre el resto.
- Tener y aumentar la “inteligencia de mercado” tanto de las empresas individuales como de la destinación en su conjunto es un factor de éxito. Un proceso de estudio y reflexión acerca del posicionmiento de la destinación y del producto turístico es indispensable. Hay que preguntarse … ¿A quién queremos a traer al destino y cuáles son sus características? ¿Qué variables maneja el cliente, a las cuales está “acostumbrado en casa” (tiempo de estancia, calidad del alojamiento, tipo y dificultad de las actividades, nivel de idiomas)? ¿Nos comunicamos en el lenguaje y teniendo en cuenta las preferencias del cliente tipo (visual, conciso, información relevante para la planificación del viaje)?. La lista de preguntas es larga, pero responderlas es vital para el éxito …
- En relación a este último punto se discutió a cerca de si como destino turístico “¿vendemos territorio?” o “¿vendemos producto?”. Es inevitable que el paisaje y las condiciones naturales del medio juegen un papel indispensable en la calidad de una destinación ecoturística. Sin embargo, se concluyó que hay que priorizar el producto: el alojamiento y los servicios, las actividades en el medio y sobre todo las sensaciones y vivencias únicas que proporciona cada territorio.
No hay nada peor que atraer a los turistas a tu territorio y luego desencantarlos por las “deficiencias” del producto. No volverán nunca y sus amigos y familiares, probablemente tampoco.
- Para tener un destino turístico de éxito hay que invertir continuadamente en las personas que lo conforman. Especialmente en las que están en contacto directo con el turista. El rango de aspectos a cuidar va desde lo más básico (por ej.: la importancia de una sonrisa), pasando por exigencias de los tiempos que vivimos (por ej.: marketing y comunicación digital) y hasta lo más especializado (por ej.: cursos de idiomas para guías de observación de aves). Además, las y los encargados de dinamizar el sector turístico han de forjar una alianza estratégica con todas estas personas para nutrirse de sus necesidades. Así podran proponer inversiones adecuadas en formación. Un aviso para adminstraciones, empresas y sus asociaciones: esto hay que promoverlo y financiarlo, ¡no ocurre sólo!
- Por último se reflexionó sobre el alto potencial para la generación de ingresos en el territorio asociados con el ecoturismo. Y es que los “turistas tipo” que se interesan por este modelo de turismo, tienen – en su mayoría – una alta concienciación del gran valor que tiene lo que visitan y hacen en el destino. Por lo tanto, se puede poner un mayor precio generando ingresos que pueden mantener puestos de trabajo y fijar población en lo rural. El producto ecoturístico debe mantener por otra parte ciertas características de exclusividad, no se puede ofrecer a grandes grupos. Ni el medio ambiente lo soporta, ni el cliente lo acepta. Esto lo convierte en un producto exigente, sobre todo para el que lo crea, mantiene y ofrece.
Y es que crear una oferta turística que “reconecte con lo humano y lo natural” – como comentaba al comienzo del artículo – es algo exigente.
Puede basarse en algo que desde la visión del habitante rural sea “el día a día”. Por ejemplo, el traer urbanitas durante una semana al campo a una escuela de pastores. Incluso es habitual que desde la perspectiva rural se miren con recelo y reciban con carcajadas los productos ecoturísticos … “¿Pero tú te crees que van a venir los capitalinos a varear olivos con el calor que hace y lo duro que es? ¡Tú estas gili _ _ _!” (risas).
Pues sí, cada vez hay más gente con un sentimiento de vacío y a la búsqueda de una reconexión. Incluso aunque tengan que sudar a pleno sol. Eso es una oportunidad para el campo. No obstante, el ecoturismo ha de basarse en productos trabajados al detalle, bien comunicados y con un alto valor añadido para poder tener éxito.
Para cerrar el artículo quisiera agradecer a la familia Angosto por acogerme tan amablemente en su “Casa Rural Valloré” en la tarde del sábado 6 de octubre en Montoro de Mezquita. Un pueblo lleno de tesoros 😉