Intentando comprender Wooler y Glendale – Impresiones tras 5 semanas de nordeste rural

El pasado 23 de abril se cumplieron mis primeras cinco semanas en Wooler. Desde ese lunes empiezo a contar los días que me quedan y no los días que llevo en este precioso y vibrante lugar. El no haber podido publicar más artículos desde el mismo 15 de abril me lleva pesando más en los hombros cada día que pasa. Para todas/os aquellas/os que pensabais que sólo me estaba tomando unas vacaciones a cuenta del estado Alemán… lamento mucho desilusionar. En este sitio pasan simplemente demasiadas cosas y uno no puede evitar involucrarse en ellas. ¡Y es así que me queda poco tiempo para escribir!

Afortunadamente, como todo buen investigador/a debiera hacer, escribo notas constantemente en un diario de campo. Leyéndolo es que puedo acordarme de todas las cosas que han pasado en estas casi 7 semanas.

Gracias al esfuerzo de mucha gente que ha colaborado, he podido obtener un total de 185 respuestas a mi cuestionario para evaluar la resiliencia del pueblo y sus alrededores. ¡Qué fantástica participación de los locales!

También llevo ya 10 entrevistas y me quedan otras 10 o 15 por hacer. Ahora tengo que ponerme con la evaluación para poder presentar y discutir los resultados preliminares en una presentación pública el próximo 24 de Mayo (17:30 hs) en el centro comunitario Cheviot Centre.

Junto con el Glendale Gateway Trust estoy trabajando en el marco de la iniciativa “Twin Towns” promocionada por la Fundación Carnegie UK (pueblos gemelos/hermanados) en desarrollar una estrategia de marketing digital para relanzar a Wooler y Glendale al siglo XXI de las TIC.  También estamos preparando una encuesta para turistas y visitantes que estará lista en las próximas semanas. Gracias a esta iniciativa pude viajar a comienzo de Abril a Irlanda del Norte para conocer de primera mano el pueblo hermanado de Wooler, llamado Broughshane. De allí nos trajimos sobre todo el pragmatismo y la asertividad con la que los representantes locales y de la sociedad civil en Broughshane afrontan los retos relacionados con la promoción de un pueblo más vibrante y dinámico. Por cierto, Broughshane fue elegido hace poco el “Pueblo Británico del Año 2018” por el dinamismo de su comunidad y el fuerte movimiento social para la renovación y el adornado floral del pueblo. Si pasáis por Irlanda del Norte, no os lo perdáis.

¿Os acordáis que en mi primer post formulé la pregunta, de si Wooler sería un pueblo resiliente? Intentar acercarme a una respuesta para esta pregunta es el trasfondo de mi proyecto de doctorado. Como es obvio, no tengo una respuesta definitiva, pero por medio de mis primeras entrevistas (ya llevo 10) poco a poco comienzan a “solidificarse” algunas ideas claves de mi estancia aquí. Paso a relatarla algunas en los siguientes párrafos.

Tanto para gente que se ha mudado al lugar, como para muchos de los que han vivido en la región desde nacimiento, la belleza natural de Glendale y las Montañas de los Cheviots es un motivo muy importante para vivir aquí. Tienen la tranquilidad y la majestuosidad el paisaje muy en cuenta a la hora de valorar su calidad de vida. Esto repercute en lo que describí en el primer post como “sense of place” (sentido del lugar) y que contribuye decisivamente a algo tan humano como “la identidad” – de dónde vengo, dónde estoy/vivo y a dónde voy. La identidad y el sentido de pertenencia a un lugar y a una comunidad son bases importantes para la acción colectiva y la confrontación de retos emergentes.

Muchos de mis interlocutores atribuyen a la gente del lugar una cierta obstinación e incluso autodeterminación que estaría relacionada con las difíciles condiciones de vida en el pasado reciente cuando la región estaba incluso más aislada (esta argumentación es también usada académicamente para explicar e incluso en algunos casos justificar, la llamada cultura de la autoayuda). Asimismo, al ser una región fronteriza caracterizada por constantes conflictos bélicos, cambios de dominio político, así como por los más de 400 años de escaramuzas entre “saqueadores, asaltantes fronterizos” (border raiders and reivers) y los habitantes asentados en la región, estas gentes han desarrollado una marcada independencia de acción y autosuficiencia.

También parece existir una honestidad y forma de ser muy directa y comunicativa que a veces puede desconcertar al visitante o al recién llegado.

Esa apertura suele ser un activo importante a la hora de integrar a gente nueva a los grupos y asociaciones locales, los cuales siguen pareciéndome muy potentes. En contadas ocasiones, esta forma directa y el interés de los locales por los visitantes y los nuevos residentes (en muchos casos pensionistas provenientes de zonas urbanas que se mudan en busca de la anteriormente descrita belleza natural y la tranquilidad) es contextualizada como “entrometimiento”, cuando en realidad es expresión del interés y la sana preocupación del habitante rural por sus vecinos más próximos. No en vano, ambos comparten las condiciones materiales de la vida de forma más estrecha e interdependiente que en la ciudad. El anonimato no está bien valorado en los pueblos. Como me contaba acertadamente un entrevistado: “en nuestro entorno rural, debido a la menor densidad de población, alguien no es solamente un cartero, una panadera o un médico –  aquí eres EL cartero, LA panadera o EL médico y las consecuencias de dejar de serlo afectan inmediatamente a tu entorno más cercano”. Empatía o privacidad, interés o entrometimiento – percepciones distintas que se dan en el medio rural.

La situación geográfica y las conexiones del lugar son por otra parte desde mi punto de vista clave para la vitalidad de un lugar del tamaño de Wooler. A pesar de ser indiscutiblemente una población periférica no hay que olvidar que la principal carretera que la atraviesa conecta Newcastle (1 hora en coche) con Edimburgo (1,40 horas en coche). Por otra parte, las ciudades de mediano tamaño que sirven como referencia (compras, servicios más específicos) llamadas Alnwick y Berwick upon Tweed se encuentran a más o menos 35 minutos en coche desde Wooler, lo que en cierto modo impide que la población de la zona siempre se desplace más allá de Wooler para hacer sus recados y compras. De lunes a sábado hay conexiones en autobús aceptables para ser una zona tan poco poblada.

Por último haré referencia a una característica curiosa de esta region (en este caso, Glendale es mi unidad de medida) referente al empleo.

Con el 14% de la población activa trabajando en la agricultura, ganadería y silvicultura – una extremadamente alta para el contexto general europeo comparable a países como Polonia o Grecia. 

Este sector tiene aún gran relevancia, provocando efectos directos (Agricultores, sus familias y sus empleados) y numerosos efectos indirectos (transformación de producto y cadenas cortas de distribución, servicios para la agricultura como vallados, ingeniería mecánica y agrícola, etc.). Sin embargo, es muy complicado conseguir que los jóvenes de la zona trabajen en los puestos libres del sector, ya que debido a la alta mecanización, la falta de conceptos de formación y de capacitación profesional sólo están disponibles los trabajos más duros y menos atractivos. Trabajo hay, pero mucho potencial de jóvenes locales se ve atraído por las promesas de mayor educación e ingresos de los centros metropolitanos. El cómo ofrecer una perspectiva a esos “hijos e hijas” del lugar es una tarea titánica para la cual una comunidad rural sólo puede contribuir en su justa medida. Son necesarias medidas complementarias “por arriba” que incidan en los sistemas educativos y ordenen el mercado laboral.

Con estas ideas, espero dejaros pensando … Hasta el próximo post!

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